Alcalde de Porvenir impidió ingreso de los niños y docentes al CAIF

Padres y niños esperando en las afueras de CAIF

“Indescriptible es lo que sucedió en la mañana de hoy en el CAIF de Porvenir”, indicó la directora de Descentralización, Gabriela Gómez. Cuando los niños junto a sus familias y los propios funcionarios del centro fueron llegando cerca de las 8 de la mañana para ingresar se encontraron con que la puerta estaba cerrada debido a que el alcalde de Porvenir, Ramiro Ayende, había retirado la llave y la tenía bajo su custodia y no la iba a entregar.

Desayuno en la vereda

“Estamos siendo testigo una vez más del abuso de poder, de la gestión dictatorial que lleva adelante el señor alcalde Ramiro Ayende, atropellando todos los derechos inherentes a la persona humana”, aseguró Gómez.

Es que es la segunda vez que sucede una situación de este tipo (ya había pasado en octubre del 2021) en la que el alcalde toma la llave del CAIF e impide que funcionarios y niños ingresen al centro para llevar adelante las tareas habituales.

“Los niños vienen porque son políticas sociales del Gobierno Nacional y Departamental, en donde les garantizamos el derecho a la educación, a la alimentación, a la recreación, y en donde sus familias quedan tranquilas porque se van a trabajar sabiendo que sus hijos quedan al cuidado de profesionales”, indicó la directora de Descentralización.

Al no tener la llave para ingresar, las funcionarias no pudieron realizar el desayuno, por lo que desde la Dirección de Promoción Social se brindó el desayuno y el almuerzo de los niños dado que el alcalde no solamente tenía las llaves de ingreso al centro, sino también la de la cocina y el baño de las funcionarias.

“Cuando llegué los niños estaban sentados en el pasto, desayunando, con alerta por tormentas, y pidiéndole permiso a una vecina para ir al baño”, relató.

Escribana tomando declaraciones

Garantizar los derechos

“Cuando la directora de Promoción Social, Guadalupe Caballero, me comunicó de la situación enseguida nos vinimos hacia Porvenir, hablé con los padres y les dije que se quedaran tranquilos porque se iban a respetar todos los derechos como niños y personas que son”, señaló Gómez.

“En un momento pensé en ir a hablar con el alcalde, pero dije que no, cortamos el diálogo, esto ya es intolerable e indescriptible”, aseguró la directora. “Es imposible hablar con alguien que no escucha”.

Gómez consiguió prestada una herramienta y con la ayuda de la adjunta María del Carmen Pereira logramos abrirla, a la vez que “hicimos la denuncia correspondiente en la Policía”.

Posteriormente llegó el alcalde “con esa arrogancia que lo caracteriza y con voz fuerte, de mando de autoridad que se impone, preguntó a gritos quién había abierto la puerta, estando los niños acá, asustados”. “Yo cumplí con el deber, que es lo que hacemos nosotros: cumplir con el deber y garantizar los derechos”.

Afortunadamente los niños pudieron ingresar al centro minutos antes de que comience la tormenta, por lo que no hubo que lamentar ningún inconveniente.

“No está bueno”

Bajo una intensa lluvia, Camila y Lourdes, madres de dos niños que concurren al CAIF se encontraban esperando bajo techo aguardando para saber cómo continuaban los hechos. “Me quedé un rato más para saber si no volvía (el alcalde)”, indicaron.

“Cuando llegué a las 8 de la mañana como todos los días la maestra dijo que no podíamos entrar porque no tenían la llave dado que no estaba en donde tenía que estar, y que supuestamente lo tenía el alcalde”, relató Camila.

Los niños “estaban sin el desayuno hasta que llegó Promoción Social, y se sentaron en la vereda a desayunar, tuvieron que ir al baño a la casa de una vecina”, añadió Lourdes.

En determinado momento llegó el alcalde con su habitual tono arrogante y “preguntó quién había roto el candado, Gabriela dijo que había sido ella, él (Ayende) miró al Policía y le dijo que no le tomaban la denuncia acá se iba a ir hasta Paysandú, y se retiró”. Todo esto ante la atenta mirada de los niños.

“Llegó con su mal humor habitual, no me parece porque había niños de 2 y 3 años, no está bueno que venga una persona a prepotear, como madre no me quedo tranquila”, por lo que decidieron quedarse un rato más hasta que las autoridades departamentales les dieron la tranquilidad absoluta de que sus niños estaban seguros.